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Zuckerberg: el “ciber”Rey Midas

Zuckerberg: el “ciber”Rey Midas

Facebook vuelva a encadenar otro escándalo a raíz de las acusaciones de “garganta profunda” que demuestran las malas prácticas de la red social anteponiendo los beneficios económicos por encima de los derechos de menores de edad.

Desde la presunta injerencia rusa en las elecciones presidenciales norteamericanas de hace cuatro años, Facebook ha ido encadenando escándalos hasta el punto en que los inversores están perdiendo la paciencia y el gobierno norteamericano está pidiendo explicaciones a Mark Zuckerberg.

Esta práctica amoral por parte de Facebook plantea numerosas preguntas: ¿Quién ostenta el poder en Internet? ¿Se trata de un espacio democrático donde se respetan los derechos ciudadanos? ¿Pensáis que Internet empodera al ciudadano que es libre de navegar por donde quiera?

Lamentablemente todo lo que pensamos puede ser una gran mentira.

Aunque las condiciones en las que actuamos en el Ciberespacio –con el poder del click y gobernando a solas nuestro dispositivo- nos den una engañosa impresión de control, no disponemos de tanto poder.

Y es que no somos los usuarios –ni siquiera los países ni los gobiernos– quienes poseemos la soberanía en Internet, sino que son las empresas y organizaciones afincadas en el Ciberespacio, tanto aquellas legitimas que respetan las normas como las organizaciones poco éticas, las que poseen el poder soberano de lo que allí sucede.

Y lo que sucede en Facebook, ¿quien interpreta si es ético e incluso legal?

En el siglo XX, las normas del mundo físico y terrenal eran convenciones aprobadas mayoritariamente bajo el orden de una Constitución y un sistema jurídico aprobado mediante un parlamento democrático. Pero actualmente en Internet no hay Ley, Constitución o poder judicial.

Esto sucede así porque contrariamente a las leyes del mundo físico real, que responden a un principio de territorialidad, en el Ciberespacio los sucesos no ocurren en un lugar espacial ni territorial concreto, sino que tienen lugar en un espacio virtual carente de materia… lo que provoca un gran problema de alegalidad y de inseguridad jurídica.

Se podría decir siguiendo al filósofo Markus Gabriel que la existencia de Internet es un nuevo objeto a estudiar en un mundo inexistente.

Lo más similar a las leyes que hallamos en el Ciberespacio son las normas de carácter privado creadas por grandes sitios y lugares virtuales que se están formando como verdaderas islas o ciberestados. Al entrar en ellas los ciberciudadanos aceptan voluntariamente -aunque sin gran conocimiento- estas condiciones que fijan sus reglas de convivencia. Y es a través del consumo del bien que ofrecen –y no con nuestro voto- como elegimos quienes ostentan el poder. En Internet no somos ciudadanos libres que votamos unas normas sino consumidores de información procesada.

El poder de Mark Zukerberg, reside en que su ciberestado cuenta con más de 2.167 millones de usuarios en su mundo y es él quien decide –como Rey de su red social– qué contenidos son buenos o malos para nuestras cabezas.

Y esto es así porque el órgano que nos conecta a Internet no es el hardware en forma de smartphone u ordenador, sino nuestro cerebro biológico, un material muy sensible y ese es el objeto a conquistar por parte de los reyes de internet, la mente de cada individuo conectado.

Y aunque nunca pensemos en ello, nuestro cerebro está expuesto cada día a una abundante cantidad de contenido malicioso y ultraprocesado por la gran fábrica Facebook, que llena pero no alimenta nuestras mentes.

Pero demasiado poder por parte de un aristócrata o Rey Midas implica un riesgo regulatorio, reputacional e incluso pone en jaque a la propia democracia americana y mundial.
Por eso, todo apunta a que el Rey Zuckerberg deberá abdicar en un futuro próximo.

Abramos los ojos, en Internet no somos ciudadanos sino consumidores con una libertad y poder limitado a nuestro consumo, ya que el Ciberespacio no es un lugar público sometido a las modernas reglas de la democracia.

Y si realmente deseamos tener algo de poder debemos comprender el nuevo mundo virtual y defender la aprobación de nuevas reglas de juego donde se nos tenga más en cuenta. Los políticos que nos representan deben empezar a pensar en los problemas de cibersoberanía existente. Votemos, no solo compremos.

Poco a poco algunos Estados democráticos van dando pasos para obtener poder en Internet, como por ejemplo España, que desde finales de 2018 declara en el art. 79 de su Ley Orgánica de Protección de Datos que «los derechos y libertades consagrados en la Constitución y en los Tratados y Convenios Internacionales en que España sea parte son plenamente aplicables en Internet», situación que se refuerza también en la Estrategia Nacional de Ciberseguridad de 2019, pero aún así todavía faltan los tribunales y un sistema similar al del mundo físico en la red, para separar el poder legislativo del poder judicial.

Author: Álvaro Écija

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