Como ya se ha explicado en entradas anteriores, el Ciberespacio y especialmente Internet han establecido un nuevo paradigma que ha revolucionado el mundo del Derecho y lo ha vuelto del revés, afectando a diversos agentes sociales (profesionales, jueces, políticos, profesores, etc.) e impulsándolos a afrontar necesariamente nuevos y complejos ciberproblemas.
Uno de los ciberproblemas más evidentes y más graves, y sobre el que va a girar estas líneas, es la propaganda terrorista a través de las redes sociales y la captación de adeptos.
La Cumbre global contra el Terrorismo celebrada esta semana en Madrid, España, a iniciativa del Comité Contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que han participado más de 400 expertos en seguridad, y representantes de más de 40 Ministerios, ha estado centrada en la creciente preocupación por el flujo de combatientes que se llevan uniendo a las filas de la organización terrorista Estado Islámico (EI) en Irak y Siria durante los últimos meses de 2015. Según los cálculos oficiales los combatientes suman entre 25.000 y 30.000 incorporaciones.
Se trata de una problemática ya discutida en muchas otras ocasiones en otras cumbres, por los mismos interlocutores inclusive, pero a diferencia de otras reuniones celebradas anteriormente, esta vez un tema ha sobresalido sobre otras conclusiones: las ciberorganizaciones tienen que liderar la lucha contra el terrorismo en internet.
Con esta declaración, se pone de manifiesto que ya está llegando el momento en el que las Instituciones y los principales organismos del planeta se dan cuenta de que para cierto tipo de ciberproblemas, han de aplicar soluciones desde puntos de vista hasta ahora no abordados. Para el ciberespacio, se han de aplicar cibersoluciones, y por el momento es una labor que requiere un papel determinante por parte de los ciberorganizaciones como Facebook o Twitter.
El motivo, es que actualmente las redes sociales son las herramientas de las que se vale el terrorismo para extender su discurso, formar a potenciales terroristas, y organizar los flujos migratorios hacia zonas de conflicto. El ciberespacio se ha convertido en el elemento más importante de propaganda del terrorismo en los últimos años. Frente a las medidas que tradicionalmente se podrían haber barajado, de corte físico o territorial, se ha logrado entender que el paradigma del mundo ciber requiere cibersoluciones aplicadas desde internet.
Las medidas que se han anunciado para su aplicación se centran en el trabajo de las instituciones en colaboración con el sector privado, con ciberorganizaciones como Facebook, Google o Twitter, para ejercer labores de cibervigilancia de sus redes y delimitar las cuentas de exaltación y apología de la violencia -se calcula que Twitter tiene actualmente unas 46.000 cuentas dedicadas a la propaganda del Estado Islámico-.
Otras medidas contempladas son la reunión de pruebas para que posteriormente sea posible involucrar a la Justicia y condenar a quienes recluten terroristas en Internet. Y también se ha propuesto trabajar activamente en eliminar los contenidos radicales puestos a disposición del público, así como tratar de incluir mensajes en las redes que los contrarresten.
Una vez que se ha producido el punto de inflexión en las instituciones gubernamentales, solo queda esperar a que las ciberorganizaciones coordinen un conjunto de medidas preparadas para aplicar la voluntad de los representantes del mundo físico en el ciberespacio, pero por el momento la primera piedra, ya ha sido puesta.
Así, no sería de extrañar que estas conclusiones enunciadas en la Cumbre abrieran la puerta a futuras colaboraciones y propuestas entre los agentes físicos y los ciberagentes para ordenar las conductas en internet, que acabarían de confirmar la tesis de que una nueva disciplina jurídica está irrumpiendo con fuerza: el “Ciberderecho”.
Álvaro Écija (@Alvaro_ecija)
Managing Partner at Ecix Group (@EcixGroup)
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