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Trump y Google: sacar del algoritmo o meterse en el mapa

Como parte de su cruzada particular contra toda forma de oposición contra él, Donald Trump ha amenazado recientemente a Google por “amañar” su algoritmo para mostrar únicamente resultados de medios de ‘fake news’ y noticias malas sobre su gestión.

«Google y otros están suprimiendo las voces de los conservadores y escondiendo buenas informaciones y noticias”, asegura. “Están controlando lo que podemos y no podemos ver”. Y concluye: «Google, Facebook y Twitter están pisando un territorio muy, muy problemático y deben tener cuidado».

La respuesta de Google no se ha hecho esperar, con un comunicado asegurando que “no sesgamos nuestros resultados en función de una ideología política. Cada año realizamos cientos de mejoras en nuestros algoritmos para garantizar que muestran contenido de alta calidad que responda a las consultas que hacen los usuarios y nunca ‘rankeamos’ los resultados para manipular una opinión política».

En plena ebullición de esa lucha de poderes es necesario recordar que aunque Trump es presidente de la primera potencia mundial, no deja de estar supeditado a la constitución americana como el resto de ciudadanos. Algo que no sucede con Google, Facebook o Twitter, ciberestados sin territorio físico palpable que aunque tienen un impacto en nuestra vida real, actúan en un ‘mundo paralelo’.

Esa falta de territorialidad les permite ‘escapar’ a los poderes legislativos y judiciales y decidir en sus ‘islas’ lo que está bien y lo que está mal, haciendo y deshaciendo a su antojo y convirtiéndose en jueces y parte en cualquier polémica.

Y aunque muchos crean que al tratarse de compañías americanas y tener dueños ‘fisicos’ se les puede pedir que cumplan las mismas leyes que todos, ese es otro error, ya que como su actividad tiene lugar en el mundo virtual, “fuera del mapa”, sus sucesos se producen en un sitio que no existe, están deslocalizados, son alegales. ¿Por qué sino los datos de Wikileaks nunca han podido ser retirados de la red?

En ese contexto Trump se ha dado cuenta de que Google amenaza el sistema, el orden que él entiende, y su primer movimiento ha sido exigirles desaparecer de su algoritmo si no quieren sufrir un ataque directo. Y aquí es donde se produce la principal traba: para poder incluir a Google bajo el marco de la ley, para ‘meterles en el mapa’, Trump tendría que cambiar la constitución, algo que requiere un 66% de los votos antes de disolver las cámaras y volver a votar, requiriendo otro 66% posterior. Sin duda algo improbable para él en un momento en el que se hace más evidente que nunca la necesidad de discutir el problema de cibersoberanía del mundo virtual.

Sin embargo Trump sí tiene en su mano numerosas triquiñuelas que podrían herir a Google… ya sea en forma de ley reguladora, de impuestos especiales e incluso a través de alguna forma de expropiación. Amenazas a las que Google no es indiferente y que nos traen reminiscencias al encuentro reciente de otro ciberestado, Facebook, con el Senado de los Estados Unidos para tratar el robo masivo de datos de sus usuarios, y en el que el todopoderoso Zuckerberg tuvo reconocer su responsabilidad y prometió cumplir voluntariamente el reglamento europeo de protección en todos los países.

Con todas estas cartas a la vista el futuro de esta guerra parece predecible: seguramente Trump y Google negocien unas nuevas reglas del juego que podrían pasar por sacar al impopular líder del algoritmo… evitando que él quiera meterles en el mapa.

Author: Álvaro Écija

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