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10 Cualidades del abogado del S.XXI

Algunos me habéis pedido que detalle un poco más los conceptos que avanzaba en mi primer artículo “El abogado del s. XXI” (publicado en este mismo blog), así que he aquí algunas de las cualidades de las que, a mi entender, debería disponer un abogado de este apasionante siglo:

1.- Le encanta el cambio.

Me encanta recordar algunas frases míticas que decíamos hace apenas 10 años: “los abogados no pueden trabajar en espacios abiertos (open office)”, “no podemos facturar de acuerdo a un presupuesto cerrado”, “la publicidad de abogados no se permitirá”, “internet no afectará al sector jurídico”, etc.

Sin embargo, el abogado de este siglo usa las nuevas tecnologías (Blackberry, Google, LinkedIn, Wikipedia, etc.) y se adapta al nuevo medio para prestar un mejor servicio.

¡Y qué decir de la galopante depresión económica que está viviendo el país! Aquellos que se adaptan han empezado a bajar sus rates y a facturar bajo presupuestos cerrados aún sabiendo que solamente cubren costes o incluso pierden dinero.

Alvaro Ecija Abogado del siglo XXI

2.- Ama las Nuevas tecnologías

La irrupción de Internet ha transformado no sólo la forma de consultar las bases de datos jurídicas (leyes, jurisprudencia y doctrina), sino que también ha cambiado la forma misma de prestar el servicio. Hemos dejado atrás el fax para entrar en un mundo de correos electrónicos y de acceso a la información en movilidad y de forma inmediata.

Pero internet no solo ha transformado esta profesión liberal que es la abogacía, sino que también ha afectado a otras aún más importantes, como la medicina. ¿Quién no ha consultado una enfermedad en Google antes de ir a la consulta del médico especialista? Es más: ¿quién no pide una segunda o tercera opinión? Pues lo mismo está ocurriendo con las consultas jurídicas, en las que vemos que a veces el cliente parece saber más que el propio abogado.

Dicho todo lo anterior, no hay más remedio que abrazar lo bueno de las tecnologías de la información, que ofrecen inmediatez, información y, quizá dentro de unos años, ayuden a asesorar a los clientes en base a algoritmos y probabilidades de resoluciones jurídicas.

3.- Es hiperespecialista de una materia

El antiguo abogado sabe un poco de mucho. En la vida personal, eso es un activo ya que, como reza el dicho: “el saber no ocupa lugar”. Sin embargo, en el ejercicio de la abogacía –y principalmente en la de los negocios, donde la competencia es brutal y el mercado global- no vale saber un poco de mucho o incluso mucho de una materia como el mercantil, sino que hay que hiperespecializarse en, por ejemplo, el mercado de valores.

4.- Persigue al cliente de forma proactiva

Cuando yo mismo contrato a un compañero para que me asesore en un asunto personal, me encuentro con situaciones que, como cliente, no me gustan. Así, por ejemplo, me ha sucedido que llamo al móvil de mi abogado y no lo coge. No pasa nada; lo entiendo perfectamente porque puede estar en un juicio o reunión, sin embargo, en la mayoría de los casos, no recibo respuesta a lo largo del día. Y claro, al día siguiente tengo que volver a llamar. ¿No sería más sencillo, contestar por mensaje: “Álvaro, estoy ocupado…. En cuanto esté libre te devuelvo la llamada”? Después, lógicamente, hay que devolver la llamada (en el mismo día).

5.- Hace fácil lo difícil

En un mundo hipercomplejo, conectado y muy competitivo, donde las premisas empresariales de los años 80 y 90 (fabricación industrial en cadena, baja competencia, incluso monopolios de derecho y hecho) se han transformado con la nueva era de la información, lo más complejo hoy en día es hacer fácil lo difícil.

6.- Pregunta y escucha mucho

El abogado de hoy habla poco pero pregunta mucho a su cliente para conocer los hechos y centrar la cuestión planteada. Posteriormente, vuelve a preguntar para conocer hasta el más mínimo detalle de los hechos. Después, manda a su equipo junior a investigar nuevos elementos que puedan afianzar los hechos comentados por su cliente. Y finalmente, habla, normalmente a través de un escrito, demostrando que sabe mucho del derecho concreto que afecta al caso.

7.- No copia a la competencia

alvaro ecija

Me encanta analizar la descripción de los servicios de distintas páginas web e incluso los currículums de los abogados de una determinada materia. La verdad es que son realmente parecidos. Por dar un ejemplo, estamos asistiendo a una proliferación de abogados especializados en nuevas tecnologías (actualmente, por cierto, un poco antiguas…) y todos hacen y ofrecen los mismo: “privacidad, e-commerce, nuevas tecnologías, etc.”. Pocos he visto que hagan algo diferente, como por ejemplo, Compliance (Cumplimiento Normativo). Es más, me atrevería a decir que en los próximos diez años saldrán muchos abogados especializados en este novedoso servicio llamado “Compliance”.

8.- Vende un “producto”

O lo que es lo mismo: no se vende a sí mismo. El nuevo abogado sabe mucho de una cosa concreta y no hace falta vender su conocimiento. En todo caso demuestra dicho conocimiento, y eso es vender realmente un “producto”. No decirlo, sino demostrarlo.

9.- Usa internet para preguntar, no para buscar

Este abogado del s. XXI, que ya vamos conociendo mejor, usa Google para buscar “preguntas” jurídicas«. No busca sobre la respuesta. Ejemplo: voy a consultar el término homicidio imprudente, a ver qué encuentro. Nuestro abogado no hace eso sino que busca directamente sobre la pregunta. Así, siguiendo con el mismo ejemplo, buscaría: “accidente de tráfico con muerte de peatón”.

10.- Se quita la corbata

Chistes sobre abogados existen muchos, aunque una cosa es cierta: vestimos de forma similar, con traje oscuro y corbata más o menos atrevida. Pues bien, el abogado nuevo de este siglo se deja de ataduras y, metafóricamente, se quita la corbata.

Álvaro Écija (Alvaro_ecija)

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Author: Álvaro Écija

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