Contacto: +34 91 001 67 67

Macron y Trudeau contra la red de mentiras

La nueva era digital ha cambiado por completo la tipología de la información, y ahora una mentira puede viajar en un segundo a través del planeta con un problema añadido: hoy es el receptor el que debe dilucidar su veracidad. Algo que contrasta con el modelo tradicional informativo, en el que el periodista tenía la obligación de verificar los hechos y comparar los distintos puntos de vista garantizando una comunicación fidedigna.

Esta nueva ‘bacteria’ desinformativa ha sido bautizada como fake news, y ha irrumpido en las agendas de numerosos líderes políticos estas últimas fechas al comprender que se trata de un problema de máxima preocupación entre sus ciudadanos.

Así nos lo han hecho saber hace sólo unos días mandatarios mundiales como el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el presidente francés Emmanuel Macron, que han defendido a través de una carta en la prensa la necesidad de proteger el acceso a una información independiente, plural y basada en los hechos.

“La desinformación masiva en Internet aumenta y trata de orientar los debates, e incluso intervenir en las elecciones para falsear los resultados. En todas partes, los intereses particulares siguen controlando la información y, en numerosos países, el control político de la prensa y las amenazas contra los periodistas experimentan un empeoramiento significativo”, aseguran.

Y su preocupación está justificada, ya que el canal a través del que corren estos mensajes nocivos no es otro que Internet, Territorio Comanche en lo que a legislación se refiere, y que hoy por hoy deja circular con total impunidad el flujo de mentiras.

Esto es así porque seguimos con una visión excesivamente tecnológica de la información en Internet, donde sólo existen normas destinadas a proteger a las máquinas contra los códigos maliciosos que podrían dañarlas. Un punto de vista sin duda anticuado en plena invasión de ciberbulos y fake news, que a pesar de resultar inofensivos para las máquinas atacan las mentes de los seres humanos, y por lo tanto sus ciberderechos.

Si hace unos meses era Donald Trump el que amenazaba a Google por “manipular su algoritmo” dando prioridad a las noticias negativas sobre él y su mandato, hoy Trudeau y Macron se posicionan para encontrar el modo de defenderse ante los ataques de información no fiable en Internet.

Todo un paradigma, ya que los estados tienen una completa falta de soberanía en el mundo virtual, no pudiendo regular los sucesos inmateriales que allí suceden. Pero eso no impide que busquen la manera de levantar barreras y defensas para cualquier elemento nocivo que se cuele entre sus fronteras físicas a través del universo cibernético.

Y con las fake news no les falta razón, ya que este contenido malicioso que ataca los cerebros no respeta los derechos constitucionales de los ciudadanos a recibir y emitir información fiable.

Pero un gesto necesario como este puede suscitar mucha polémica entre un gran colectivo de usuarios que ven cualquier tipo de control en la red como una forma de censura y exigen que Internet permanezca completamente libre.

Una visión inocente de la situación, ya que frente a contenidos maliciosos que perjudican la salud mental y la integridad moral del usuario debe imponerse una regulación amparada por las leyes y los jueces según las reglas de un estado democrático de derecho. Y quienes digan que es censara: ¿acaso les parece extraño que en Netflix no se emita pornografía infantil ni veamos cómo degollan a una persona en directo?

Mi opinión es clara: dejemos que el estado tenga la legitimidad que le da el pueblo para decidir aquello que desean recibir y no recibir los ciudadanos en su país a través de Internet.

Author: Álvaro Écija

Leave a Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.