Esta semana he tenido el placer de acudir como ponente al World Football Summit de la mano de Wolters Kluwer para analizar el fenómeno de Football Leaks.
Los clubes de fútbol, sus jugadores y también sus dirigentes, se encuentran inmersos en el entorno digital como grandes empresas y personalidades de gran relevancia pública.
Pero desde hace un tiempo se enfrentan a un nuevo terreno de juego desconocido: el de las ciberconductas que amenazan su ciberseguridad.
Football Leaks, una plataforma célebre por desvelar los detalles ocultos del mundo del fútbol, se ha convertido en paradigma de los ciberriesgos que amenazan a este deporte, encabezados por la revelación de datos y la suplantación de identidad y otras ciberconductas como la vulneración del derecho a la intimidad, el honor y la propia imagen.
¿Por qué sucede este fenómeno? ¿Existen soluciones para estas ciberconductas?
El ciberespacio es un mundo sin ley, que carece de regulaciones uniformes como cualquier país en el mundo físico.
Cada plataforma posee sus propias normas y “leyes” y actúa como un «ciberestado» en internet. Esto provoca un grave desorden jurídico, que es aprovechado por aquellas plataformas que desean obtener datos o realizar actos contrarios a algunas leyes de los países del mundo físico en la red.
Cada plataforma forma una «isla normativa» que no permite que otras normas pertenecientes al mundo físico actúen o impongan sus reglas en este entorno virtual.
Football Leaks actúa conforme a sus normas propias, y en muchos casos, y según los afectados, vulnerando los derechos que las leyes territoriales de los clubes o futbolistas si reconocen.
Pero hasta que no se produzca un verdadero análisis de la magnitud del ciberespacio y la necesidad de ciberregulación, contra estos fenómenos no se podrá llevar a cabo ninguna acción efectiva.
Los poderes territoriales, como el poder judicial y el territorial, no tienen poder en el ciberespacio, y la ayuda territorial privada como los abogados de nuevas tecnologías y los técnicos de seguridad de la información no pueden tampoco operar más allá del ámbito territorial de sus países.
La solución, a mi juicio, pasa por comprender que ante un ciberproblema, se debe plantear una cibersolución, y por ello ante problemas del ciberespacio, se deben plantear soluciones como la creación de un cuerpo de ciberpolicía o unos cibertribunales.
Solo con la creación de ciberorganismos consensuados y aprobados por los principales actores de internet, configurados para encontrarse al mismo nivel que las islas normativas, se podrá actuar para mitigar los ciberproblemas en este entorno.
Hasta que se produzca esa reflexión en todos los entornos presentes en internet, y por supuesto en el entorno del fútbol, el partido contra la ciberseguridad en internet estará perdido.
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